Hace un par de semanas empezó a llegar el buen tiempo a Estrasburgo y, de repente, descubres que al peque hay que empezar a quitarle los leotardos. Pero,
mon Dieu!!!, la búsqueda de calcetines o
chaussettes (es la palabra francesa, y me encanta como suena) ha sido mi segunda gran odisea del mes.
San
Condor de mi vida, por qué no das el salto internacional y te instalas aquí con nosotras. La de quebraderos de cabeza que nos quitarías a muchas!!! Que el canalé y los pompones no han cruzado los Pirineos!!!
Sois conscientes de la gama de colores que tiene Condor, de los buenos que son sus productos, que no hacen bolas ni ná de ná... Ay!!! Cuánto te echamos de menos. No sabes lo que tienes hasta que te falta.
Un día de búsqueda de zapatos + búsqueda de calcetines = depresión, seguido de un atracón de tiendas online, con una alta posibilidad de picar, arruinarte y que te pongan las maletas en la puerta por derrochona. Y todo por unos malditos calcetines. Esa prenda insípida que todos tenemos en los cajones, que no le das importancia, pero es fundamental elegirla correctamente para los niños.
En esta búsqueda estábamos Jana y yo, y al borde de rendirnos y decidir seguir poniéndoles a los peques los leotardos comprados en España aunque los niños criaran chinches con 30º a la sombra, cuando me vino la inspiración divina. El desarrollo de los acontecimientos es el que narro a continuación:
Martes, 7 de mayo. 11:00 hora Zulú:
- Janilla, le he estado dando vueltas y como necesito los zapatos
ipso facto y no encontramos los
chaussetes de los h...os, podemos hacer un pedido conjunto, ponernos ciegas y que se lo envíen a tu marido (señor encantador que estaba temporalmente en España).
- Perfecto, me encanta la idea, la apoyo, la promulgo, la secundo, la amparo... pero mi marido vuelve el 16 de mayo. Tenemos una semana para hacerlo todo.
-No hay problema, en
Calzados Nicolás nos lo entregan en 2 o 3 días, y tienen toda la gama de colores de Condor y los zapatos que necesito.
Y así quedó hecho el pedido y la transferencia. Sólo quedaba esperar, recibir, disfrutar y pavonear.
Lunes, 14 de mayo. 14:00 hora Zulú:
El intermediario, oséase, el marido, nos informa que el paquete no ha llegado. Sudores fríos, me temo lo peor. Decido llamar a la tienda.
-
Bon jour, quiero decir, buenos días, que verá, que bla, bla, bla...
- Si, perdona, es que no hemos visto la transferencia y el paquete no ha salido, pero ahora mismo te lo mando.
--Trago saliva-- ¿¿¿Cómo??? No, eso no puede ser, porque el paquete tiene que llegar mañana sí o sí a Zaragoza.
- Puf, puf, puf, pues mañana es fiesta en Madrid por San Isidro y va ser muy difícil.
- Ni san Isidro, ni San Isidra, ni todo el Santoral (que me perdonen por blasfemar todos los Santos del cielo). Necesito ese paquete como agua de mayo.
- Mira, voy a hablar con el mensajero a ver que podemos hacer y, si no, pues te devuelvo el dinero.
- Nooooooooooooooooooooooooo. No quiero el dinero, por Dios, por la Patria y por el Rey (perdón otra vez), quiero mis zapatos y mis calcetines!!! ¿Por qué es todo tan difícil?
- Bueno, no te preocupes, que te van a llegar. Mañana están en Zaragoza y si no es así te los mando a Francia. Por la gloria de mi madre que los vas a recibir.
Respiré tranquila. Que pena le tuve que dar al pobre David, que desde aquí quiero darle las gracias, porque el paquete llegó sano y salvo a su destino.
Que todos los males de mi vida sean como estos.
Á bientot.